23 de septiembre de 2014

MEMORIA DE UN AMIGO

En esta entrada os dejamos el artículo - homenaje, relativo a nuestro amigo y compañero, tristemente desaparecido, VALERIANO LOMBARDIA ANDRES, que se nos ha permitido publicar en La Gaceta del Arañuelo del mes de septiembre de 2014.
En el Maratón de Madrid 2011
Intentar escribir unas líneas sobre un amigo, sobre un compañero, que nos deja, que se marcha, se hace difícil, terriblemente difícil. Y es que ese lápiz que marca el trazo indeleble de la vida, rompió su mina el pasado día dieciocho de agosto, justo cuando la noche caía, y decidió que una vida, que una historia, que una gran persona debía dejar la presencia terrenal. Porque esa noche, cálida de agosto, la vida y la muerte se encontraron en un frío, en un gélido, abrazo, y se apagó, a la edad de 67 años, la luz, la llama, de Valeriano Lombardía Andrés, quien fuera uno de los miembros fundadores del Club Deportivo Navalmaraton, y su socio número 1, donde ejerció como presidente desde su creación, en el año 2002, hasta que en el año 2010 dio el relevo a su amigo y compañero de batallas atléticas Antonio Serradilla.
Hace unos días, horas, le vimos, estaba animado, se veía a ese hombre inquieto, deseando vivir, y anoche recibes una llamada para decirte que todo se ha acabado. Ha sido un mazazo, un golpe, sin duda alguna, del que uno tardará en reponerse. Valeriano se nos ha ido, y lo ha hecho igual que lo era en su vida, tranquilo y sereno, en silencio, sin llamar la atención. Aunque se conocía el alcance de su enfermedad, todos los que nos considerábamos sus amigos, confiábamos en su capacidad de lucha, en la esperanza de que aquello que parecía imposible se convirtiese en posible, pero la realidad nos ha sacudido con toda su fuerza, y nos ha privado de su presencia para siempre.
Medio Maratón Valdehuncar - Navalmoral 2011
Vale era salmantino de nacimiento, pero, sin embargo, se sentía moralo de los pies a la cabeza, porque desde muy niño vivió aquí. Aparte de su afición atlética, ejerció, con honorabilidad y profesionalidad, la digna y, muchas veces, incomprendida, profesión de maestro de escuela, guiando por la vida a sus alumnos. La impronta de su magisterio la dejó en varios lugares, finalizando en la vecina localidad de Rosalejo, siempre dejando grandes recuerdos, grandes amigos, y personas que al conocer su falta, sin duda alguna, no podrán reprimir una lágrima, como así nos ocurre a aquellos que le conocimos tan de cerca.

Esa terrible enfermedad, ese maldito mal, que se lleva a mucha gente en los mejores momentos de su vida, ha decidido que Valeriano debía colgar definitivamente las zapatillas, que esas camisetas, esas calzonas, que vestía para entrenar o competir, duerman definitivamente en el interior del armario. Va a impedirnos ver a ese hombre, pequeño, menudo, en estatura, pero grande en personalidad, cordialidad y respeto, correr por esos caminos, por el Cordel, por la Dehesa Boyal, temprano, cuando el sol empezaba a salir, y ya no le veremos de vuelta, cuando nosotros salíamos a entrenar.
En una vida atlética que se prolongó durante casi un cuarto de siglo, disputó un total de treinta y tres medios maratones, otros tantos maratones, así como realizó la que, sin duda alguna, fue su gesta más importante, en el año 1992, la prueba de los 100 kilómetros Ciudad de Torrelavega, de carácter competitivo, que tenían un límite de tiempo fijado en doce horas, y Valeriano lo completó en diez horas, todo un hito, sin gran trascendencia mediática, ya que casi nadie, salvo los que amamos este deporte, y tuvimos la suerte de conocerle, de compartir su presencia, lo sabemos. Igualmente, fue el pionero, junto con Antonio y Boni, en enlazar Navalmoral con Guadalupe corriendo, abriendo el camino para que otros lo hiciésemos después.
Medio Maratón Valdehuncar-Navalmoral 2010
Porque así era Valeriano, sereno, tranquilo, calmado, pero un hombre centrado en su pasión, a la que dedicó tantas y tantas horas, donde realizó tantos y tantos kilómetros, que se cuentan por miles, consiguiendo grandes retos, en un tiempo en el que aquel que salía a correr era visto como un bicho raro, como un elemento distorsionante de la sociedad. Era un tiempo, principio de los noventa, cuando empezó con esta afición, en el que apenas había competiciones, poco más de tres o cuatro maratones a lo largo de toda la geografía nacional, y menos medios maratones, además de alguna carrera popular, por lo que participar en una prueba o dos de este tipo al año era una heroicidad, ya que todas eran a bastantes kilómetros de Navalmoral.
Al principio de mi singladura en el mundo del atletismo popular, compartí muchos entrenamientos con él y con Antonio, y oírle era estar ante una auténtica batería de anécdotas, de experiencias, que enriquecían al que escuchaba. Te hacía partícipe de sus experiencias, de sus carreras, de sus entrenamientos, de sus retos, y siempre tenía las palabras justas para animarte a enfrentar un reto, por muy complicado que pudiera parecer. Y así bastantes corredores populares supimos que se sentía al cruzar la línea de meta de un maratón, demostrándonos que traspasar la meta era lo importante, que el éxito se encontraba marcado en ese instante, que lo demás es momentáneo.
Maratón de Madrid 2011
Pero la edad, ese reloj que marca el tránsito de nuestro cuerpo, y que le hacía aminorar sus ritmos de carrera, le empezó a alejar de los entrenamientos con nosotros, decidió, a pesar de nuestra oposición, echarse a un lado y salir a entrenar solo, aunque no faltaban compañeros que empezaban y se iban con él, que primero pasaban por el maestro, por el más veterano, que les impregnaba de su sapiencia, de su experiencia, y después, cual madre, lanzaba a los polluelos a volar en solitario, una vez adquiridos los conocimientos y los trucos de este deporte, y entonces se ponían a correr por su cuenta. Sin embargo, seguía con nosotros, siempre que te encontrabas con él e iniciabas una conversación, al final, acabábamos en el mismo sitio, en nuestra afición, en correr, en el running, en el asfalto, en la tierra, en este u otro camino.
Desde hace unos días, no obstante, el mundo del atletismo popular, el de los corredores que combinan trabajo, familia y afición, se ha quedado huérfano. Porque sí, huérfanos de un padre, de un mentor, nos sentimos quienes conocimos este deporte, esta filosofía de vida, de su mano. Porque todos ansiamos llegar a su edad compitiendo, entrenando, compartiendo con otros nuestra afición, con la misma ilusión con la que él seguía haciéndolo.
Quiero decirte tantas cosas, amigo Valeriano, quiero saber expresar con mis manos, con mis dedos, lo que el corazón me dicta, pero las ideas se apelotonan, los recuerdos acuden en masa a mi cabeza, y hoy, en este momento, transcurridos unos días desde tu ausencia, te puedo decir que he salido a correr varias veces por el camino de la piscina, el de la Dehesa Boyal, por el que tantas y tantas veces nos hemos encontrado, en esas mañanas de frío intenso, de niebla, o en esas en las que el calor castigaba, pero no hacía flaquear esta bendita locura deportiva, y esperaba cruzarme contigo, saludarte, intercambiar nuestras sensaciones, pero, después, al instante, como un jarro de agua fría, venía a mi cerebro la realidad, la de tu ausencia, la que me dice que no me volveré a encontrar contigo más, que no iremos juntos a alguna carrera, que no compartiremos una cerveza, que no volveremos a hablar de literatura, otra de tus pasiones. Esos caminos que has zapateado tantas y tantas veces, exhalan tu presencia, dejan notar tu ser, y siempre que vayamos por esas sendas notaremos tu persona, te veremos a lo lejos, pequeño, menudo, corriendo, unas veces creeremos cruzarnos contigo, otras te perderemos de vista, pero tu estela quedará perenne.
Medio Maratón de Merida 2009
No podré olvidar como siempre estabas dispuesto a ayudar, a echar una mano en cualquier asunto, como pedirte un favor, se traducía en una rápida respuesta, como, a pesar de los malos momentos que pudieran surgir, tu seguías esbozando la misma sonrisa, el mismo porte, el mismo semblante, esa serenidad que te ha caracterizado, que te ha hecho inconfundible.
Lo que está claro, amigo Valeriano, es que siempre estarás presente con nosotros, en nuestros entrenamientos, te recordaremos con esa sonrisa, ese cuerpo enjuto, que se movía, lento, pero seguro, impulsado por ese corazón que te llevaba a avanzar metros de forma tranquila, pero sin pausa. No puedo olvidar lo que dijo el amigo Boni el día de tu despedida, “lo despacio que corría y lo deprisa que se ha ido”; te recordaremos en los chascarrillos, tus anécdotas serán recurrentes. Tu alumno Fernando, porque siempre te ha considerado su maestro, aún no ha salido de su perplejidad, de su asombro, de ese estado de no querer creerse lo que ha ocurrido. Antonio, te echará de menos, cuando a diario, vea que no acudes a tu regular cita en su tienda, ya fuera mañana o tarde, siempre pasabas por allí, antes de ir al viejo Policarpo, a tu padre, centenario, con el que te acabas de encontrar después de estar dos meses separado. Y también te añoran Alberto, Juan, Luis, Manolo y tantos otros que tuvimos la suerte de conocerte; todos estamos compungidos.
Medio Maratón de Talavera 2009
Porque que injusta ha sido la vida contigo, que injusto es el destino. La enfermedad ha venido directa a por ti, sin miramientos, sin detenerse ante nada, y ha cercenado todas tus ilusiones, tus objetivos, tus ambiciones, todo se ha truncado.
Y Marisa, tu amiga, tu compañera, tu amante, tu confidente, quien siempre estuvo a tu lado, en esos momentos duros, en las pruebas deportivas, cuando la meta se veía lejana, pero en las que te obligabas a llegar, porque sabías que allí estaba ella, esperando con la sonrisa en su boca, esa que ni siquiera llegó a perder el día que te dijo adiós, sin duda el mejor regalo de despedida, hoy se ve sola, debiendo afrontar la que será, sin duda alguna, su prueba más exigente, ese maratón que le obligará a avanzar en solitario, pero sabiendo que tú, desde allí arriba, la estarás impulsando, la estarás animando, no la dejarás nunca sola.
Ahora, cuando estemos entrenando, cuando estemos compitiendo, cuando lleguen esos metros, esos kilómetros que se hacen duros, que se atragantan, cuando notemos que la respiración no llega a darnos el impulso que necesitamos, ahí notaremos ese empujón, esa fuerza que nos mandará nuestro gran amigo y compañero Valeriano, porque desde hoy te podemos decir que nunca caminaremos solos, que nunca competiremos en soledad, porque siempre tendremos una referencia, una luz, que nos guiará, siempre estaremos acompañados, al lado del mejor, de quien se ha convertido por derecho propio, para nosotros, en nuestra referencia, Porque aunque desde ese fatídico martes, hemos perdido una presencia física,  hemos ganado una imagen, un recuerdo, un símbolo, una leyenda, VALERIANO LOMBARDIA ANDRES.

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